Je suis D’Artagnan (Carta enviada a El Mostrador)

D’Artagnan es un espadachín que sigue vivo y lucha por ideales. Ideas y acciones concretas con la espada.

Mi muy apreciado y estimado señor editor:

Mientras bebía mi copa diaria de Chateau Mouton-Rothschild 1945, he leído una supuesta revelación en el diario que usted se digna dirigir. Un topo dice que soy un conocido empresario. Todo un trabajo de espionaje, “Sin Editar”, para revelar el misterio que, de acuerdo a vuestro medio, se convirtió en toda una obsesión para aquel mundillo de banqueros y abogados de Sanhattan.

Sí, podría ser Manuel Cruzat, como también podría ser Federico Joannon, e igualmente Fernando Villegas o Felipe Bianchi. ¿O el fiscal de la salitrera que, moustache mediante, pretende suplantarme? Pero por sobre todo soy un inquieto y preocupado homo sapiens.

Que vuestro medio crea que soy éste o aquél, o varias personas a la vez, no me fastidia. Pero debo decir que, tal como lo señalé en mi última columna en Estrategia, escribo con el fin de aportar a las políticas públicas y corregir un modelo que se mal implementó en Chile, que produjo un equilibrio que nos ha entrampado en el ingreso medio, que generó una gran autocomplacencia en la élites, y lo peor, se creyó transversalmente que era el modelo original, con la consecuente crítica de todos los sectores.

Apreciado editor, utilizo el seudónimo de D’Artagnan porque no pretendo ni aspiro a tener fama personal; no me interesa. Tampoco quiero que por desviar el foco de lo tratado en mis columnas se utilice el barato recurso de la falacia Ad Hominem.

D’Artagnan es un espadachín que sigue vivo y lucha por ideales. Ideas y acciones concretas con la espada. Reconozco que mis estocadas pueden causar heridas, pero las utilizo para tratar temas de cierta profundidad académica en forma amena y constructiva.

Entonces, ciertamente, me es indiferente que crean que soy uno u otro. Sin embargo, debo confesar que no me da lo mismo que se piense, como lo señala su nota “Sin Editar”, que mis columnas pretendan ser un ajuste de cuentas por circunstancias atribuidas a una persona en particular, porque quiéralo o no, se desvirtúa el fondo de los temas tratados, que es lo valioso que tiene esta andanza de años, en mi humilde opinión. Aclaro que no estoy ni a favor ni en contra de empresas en particular, autoridades o reguladores per sé, ni de las personas que los representan. Si he escrito columnas en las cuales ellos han aparecido es porque dispongo de información, estudios y análisis, y las conclusiones son de tal magnitud que deben ser reveladas.

Esas son las revelaciones que me gustan. Mi espada va contra los intereses creados que afectan el bienestar de las personas, sin excepción alguna, vengan de donde vengan, aunque sean peces gordos que se creen invencibles.

Si usted quisiera saber más de este enigmático servidor, lo invito a leer mis columnas en www.dartagnan.cl y www.estrategia.cl . Le anticipo que nunca sabrá quién es D’Artagnan, pero sí conocerá su filosofía, se dará cuenta que soy la continuación de mosqueteros anteriores y podrá comprender que es irrelevante conocer a la persona detrás del espadachín, porque todos -incluso vuestra línea editorial- tenemos algo de D’Artagnan.

Finalmente, termino esta epístola dándole una primicia. Ya que estamos hablando de enigmas y revelaciones, le digo que el hombre detrás de D’Artagnan es Alejandro D…

Esto de llevar una doble vida…

Se despide cordialmente, su servidor,

D’Artagnan

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