David contra Goliat

Chile ha sido un laboratorio del neoliberalismo y del libre comercio, pero este modelo ha operado haciéndose trampa a sí mismo. La cuna dogmática del libre comercio ha sido incapaz de garantizar de manera efectiva la «libre competencia».

David contra Goliat

Encontramos interesante lo planteado por el Diputado de Revolución Democrática, Pablo Vidal Rojas, en la columna «David contra Goliat», publicada hoy en El Mercurio. Coincide en el diagnóstico básico planteado varias veces acá: que el «Modelo» mal implementado con los años desvirtuó el verdadero diseño original, dando lugar a imperfecciones y abusos.

Que desde la vereda del frente se tenga que hacer este pequeño alcance a los supuestos doctos en la materia es curioso. Es que a veces los árboles no dejan ver el bosque.

Reproducimos a continuación la columna:

Pablo Vidal: «…no todos los actores del mundo empresarial parecen estar conscientes de la necesidad de ampliar la base emprendedora del país a través de regulaciones claras, que permitan un juego limpio y equilibrado en el mundo de los negocios…».

Las economías de muchos países desarrollados, especialmente de Europa, basan su estructura productiva en un sistema integrado, en que se busca deliberadamente la coexistencia de grandes empresas con pequeñas y medianas unidades productivas que proveen insumos, partes y piezas y que generan dinamismo económico, estabilidad y diversificación productiva, agregando legitimidad a un sistema basado en la colaboración entre actores de distintos tamaños productivos.

Lo anterior genera mayor igualdad de oportunidades y amplía la masa crítica emprendedora que puede participar de manera real y efectiva de un sistema en que la mayor parte de la población obtiene beneficios como producto del trabajo, de la innovación y del emprendimiento.

Esta realidad, lograda a través de muchos años de ensayos y errores, ha generado una institucionalidad legal y tributaria que promueve la competencia a través de instituciones y regulaciones que velan por el estricto cumplimiento de las normas sobre libre competencia.

Pero en Chile, lamentablemente, las cosas no funcionan así. No todos los actores del mundo empresarial parecen estar conscientes de la necesidad de ampliar la base emprendedora del país a través de regulaciones claras, que permitan un juego limpio y equilibrado en el mundo de los negocios. Todo el país ha conocido los distintos casos de colusión que han afectado los bolsillos de la gente, y que incluso motivaron cambios en nuestra legislación de libre competencia, obligando a muchas empresas a modificar sus prácticas, algunas por convicción, otras por temor.

Pero al parecer el aprendizaje aún no ha sido asumido por todos los actores del mundo empresarial. A través de algunos medios de comunicación se han podido conocer en las últimas semanas dos casos que revelan que las normas de libre competencia aún son insuficientes, puesto que permiten situaciones de abuso de posiciones dominantes en algunos mercados. Se trata de dos casos paradigmáticos: el primero es el que enfrenta a las agencias de viajes con un grupo de importantes líneas aéreas nacionales y extranjeras, y el segundo corresponde al ingeniero y empresario chileno Rodolfo Ham, productor de pallets , que decidió demandar a Walmart ante el Tribunal de la Libre Competencia por prácticas abusivas de la multinacional en contra de su empresa.

Chile ha sido un laboratorio del neoliberalismo y del libre comercio, pero este modelo ha operado haciéndose trampa a sí mismo. La cuna dogmática del libre comercio ha sido incapaz de garantizar de manera efectiva la «libre competencia». Quienes han defendido este modelo por más de 30 años han sido incapaces de lograr que el orden público económico garantice a todos los actores la igualdad de trato, con independencia de si se trata de una enorme corporación transnacional o de un esforzado pequeño emprendimiento individual o familiar. En sentido contrario, la consolidación de oligopolios y la sensación de impunidad con que quedan muchas grandes empresas, que operan con miradas cortoplacistas, olvidándose de la sustentabilidad y diversificación de nuestra economía, han desacreditado el sistema económico y han terminado por dotarnos de legitimidad a quienes promovemos los cambios necesarios para otorgar equidad y justicia al desarrollo económico de Chile.

Un aspecto rescatable en el camino de mayor equidad en el sistema económico fue la aprobación transversal del proyecto de ley sobre pago a 30 días a los proveedores. Es esperable que el Estado aplique estos mismos estándares en la relación con sus proveedores, especialmente si se trata de pequeñas y medianas empresas.

Es de esperar que el nuevo fiscal nacional económico, Ricardo Riesco, pueda demostrar su autonomía y profesionalismo, despejando las dudas que deja su anterior desempeño profesional como asesor de algunas empresas del retail y otros sectores.

La forma en que actúe en los casos antes descritos y en otros en los que le corresponderá participar será la oportunidad que tendrá para demostrar al país si tiene algún conflicto de interés, o si dará garantías de que la FNE estará dirigida a proteger a los más débiles en la cadena productiva y a los consumidores.

Cambiar nuestro modelo de desarrollo, generando mercados que agreguen valor y sean competitivos a nivel mundial, es una tarea que requiere de voluntad política y que tomará muchos años, pero mientras eso ocurre debemos hacer esfuerzos por mejorar nuestra institucionalidad económica en términos de regulaciones de mercado que permitan el crecimiento económico y la diversificación de nuestra matriz productiva.

Pablo Vidal Rojas Diputado Revolución Democrática

Fuente: 
http://www.elmercurio.com/blogs/2019/01/03/66043/David-contra-Goliat.aspx

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