SBIF, SVS y Banco Central: tres instituciones que funcionan…en apariencia

Se tiende a pensar que en nuestro país las instituciones reputadas y admiradas, hacen (bien) la pega, pero no es así.

¿Quién lo diría? Se supone que son instituciones esencialmente técnicas donde los laureles sobran y no hay lugar para improvisaciones. Menos para metidas de patas. Si estas instituciones fueran personas, serían tres engominados pechugones soberbios que sobrevaloran su trabajo, mirando con desdén y prepotencia a inocentes que ven en ellos la flor y nata del conocimiento.

Tal orgullo desmesurado sería hasta entendible –incluso una anécdota casi inofensiva- si estas instituciones hicieran bien su trabajo. Pero las apariencias engañan. Y lo perjudicial es que “el actuar” de estos tres (que están lejos de ser los tres mosqueteros) influye directamente en mercados vitales para el desarrollo del país y en las más diversas decisiones económicas de agentes y personas. Daré ejemplos para cada uno; no entraré en detalles para no abusar de la paciencia del lector ni del tiempo ni del espacio de prensa, pero todo lo señalado ha sido tratado en extenso en columnas anteriores.

Los pilares de la SBIF son independencia, transparencia, regulación financiera e inclusión y educación financiera. Al no informar, aplicar, supervisar, y difundir correctamente la Tasa Máxima Convencional, la SBIF triza varios de los pilares anteriores. La SBIF no se asegura que la CAE incluya todos los costos y gastos asociados a un crédito. Peor aún, es cómplice de la “usura legal” al permitir que con gastos cobrados “por el lado”, se pueda exceder la TMC. Resulta necesario decir que, en esta fiesta, la ABIF es un florero. La SBIF no ha actuado acorde al espíritu de la Ley sobre operaciones de crédito de dinero, al no proteger eficazmente a los consumidores de los abusos. Conadecus, institución con mucho, pero mucho menos presupuesto que la SBIF, brilla más. ¿De qué sirve Basilea III si no se corrigen en serio las imperfecciones que tiene el mercado de capitales?

La SVS, mediante normativa supuestamente “técnica” permite que las Compañías de Seguros de Vida (CSV) sigan vendiendo rentas vitalicias, prometiendo rentabilidades que no pueden pagar sin asumir riesgo y, por lo tanto, existe alguna probabilidad que no se paguen íntegramente y se aplique tijera a los pensionados. Así de claro y sin pelos en la lengua. La SVS no captó las implicancias de la caída en la tasas de interés de cero riesgo en las deudas de las CSV con los jubilados y, lo peor, atornilló al revés en los ajustes, alejándose del bien pensado diseño original; sus circulares de-sastre permiten una ficción contable en los balances de las CSV, las que en realidad deben muchísima más plata de la informada, de la auditada, de la clasificada como riesgo y de la “supervisada”. Y para colmo de males, autoriza la toma de riesgos en activos llamados alternativos para poder entregar mejores pensiones a los inocentes jubilados. Las ironías de la vida: el regulador ha actuado como el peor enemigo de quienes dice proteger.

Y el Banco Central mira el techo. En sus informes de (in)Estabilidad Financiera, poco y nada dice sobre estos puntos tan relevantes. Respecto de la tasa de interés libre de riesgo, da la impresión que se habla del tema, pero no se aborda el concepto de fondo de esta variable tan importante. Voy más allá del cantinfleo en el proceso de normalización de la política monetaria en EEUU y su efecto en las tasas en Chile, de la poca o nula distinción que existe en gráficos y texto sobre tasas reales o nominales (un pequeño detallito), o de la aprensión en decir claramente que muchas tasas reales son negativas en varias economías triple A… ¡y también en Chile! Voy a que se analice el concepto puro de libre de riesgo y su coherencia con la creciente destrucción creativa, con la mayor incertidumbre y con el más amplio espectro de tasas de retorno. A propósito, ¿se leyeron a Álvaro Fischer el 14 de junio? De vez en cuando El “sandalias con alas” trae cosas interesantes. Teniendo claro lo anterior, el Central debería concluir -sin eufemismos, por favor- sobre el nivel esperado de tasas reales en Chile y el efecto en la solvencia de instituciones cuya supervivencia actual, resultados y reparto de jugosos dividendos que ya compensaron con creces todo el capital aportado, se deben a que operan bajo supuestos irreales de tasa de interés (AFP y CSV).

Lo grave en todo esto es que el Central, no solo no aborda el tema, sino que incluso presta ropa. En el último IEF señala (similar a los anteriores) que el flujo de las inversiones de las CSV sigue dirigiéndose a instrumentos de mayor riesgo, permitiendo que “mantengan un spread entre el retorno del portfolio y el comprometido por las rentas vitalicias en torno a los 100pb”. Y sería. Ningún comentario respecto de que ese spread es engañoso, que se comparan peras con manzanas, de la relación riesgo retorno del mercado, del Equivalente Cierto y, aterrizando el tema, de acuerdo a su mismo gráfico (que lo tiraron para el anexo), el stock de rentas vitalicias que tienen comprometida una rentabilidad de casi 4% (faltó agregar el apellido: tasa REAL), NO es posible de obtener con instrumentos libres de riesgo que hoy están con tasas NEGATIVAS. ¿Ninguno de sus cuarenta doctores ha advertido este esencial punto? Por si acaso, el tan comentado ajuste al alza en las tasas de política monetaria probablemente haga subir también las tasas largas, pero seguirán en un nivel muy, muy bajo, por lo que el casino tampoco arreglará las pérdidas, apuesta a la cual tampoco corresponde que ni el Central ni la SVS cifren su confianza.

La carencia de conceptos llega al punto de hacer alusión al proyecto de Ley al Congreso que permite a las CSV modificar las inversiones en el exterior… ¡en búsqueda de mayor retorno! Plop. Para rematar, después el Central señala la norma emitida por la SVS para fortalecer la gestión del riesgo y control interno de las CSV. Cualquiera que lee lo anterior se queda tranquilo que está todo controlado. Y todo esto es comidita para la prensa, tan influenciable y anuente en transmitir lo que se quiere decir, y lo que se quiere oír (o leer).

Se tiende a pensar que en nuestro país las instituciones reputadas y admiradas, hacen (bien) la pega, pero no es así. La penosa consecuencia es que embaucan el conocimiento, la información y las decisiones de todos sus fieles feligreses. ¿Acaso no son este tipo de falencias de análisis los que contribuyen a nuestro mediocre “equilibrio”, que nos impide ser un país desarrollado?

Y que este humilde y solitario espadachín esté censurando públicamente su ceguera ya es como mucho…

www.dartagnan.cl

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