Valparaíso, Viña del Mar: ¿Enfermos crónicos?

Gonzalo Ibáñez S. M.: «…la solución para ambas comunas pasa por la elaboración de una estrategia conjunta y porque las actividades relacionadas con el comercio exterior vuelvan a tener su base en Valparaíso. En esto no puede haber duda: la descentralización del país o es del sector privado, o no es descentralización…».

No hay día en que no aparezca una crónica o una carta manifestando su pesar por los problemas que aquejan a estas dos ciudades. Entre estos, hay de todo; pero los que importan son de vieja data. De hecho, Valparaíso vio sus alas bruscamente cortadas entre 1928 y 1932 por decisiones políticas que cerraron el país al comercio exterior, dejando a los puertos sin su principal tarea. Todo el sector que en Valparaíso atendía ese comercio cerró sus puertas, y quienes en él trabajaban comenzaron a emigrar en busca de otros horizontes. La ciudad perdió a su mejor gente, de la cual un número importante vivía en Viña del Mar. Hasta entonces, ellos financiaban la elegancia y el glamour que distinguían a esta comuna, que no era sino un atractivo barrio porteño.

Hacia 1950, este desplome dejó ver sus consecuencias, que en Valparaíso no hubo cómo compensar. En cambio, Viña del Mar comenzó a desarrollar un carácter turístico sobre la base de potenciar su perfil de balneario. Así aseguró mantener actividades, aunque provenientes de fuera. De ser ciudad dotada de un balneario, comenzó a transformarse enteramente en balneario.

La decadencia porteña fue sin atenuantes y duró hasta 1974, cuando el gobierno militar abrió el país de nuevo al comercio exterior y los puertos recuperaron su importancia, constituyéndose en factor esencial de la competitividad nacional. Pero en el caso de Valparaíso, ese logro no fue seguido por un retorno de las empresas y de quienes trabajan en ese sector. La recuperación, por tal motivo, ha sido más bien marginal, sin que la condición de Patrimonio de la Humanidad haya sido suficiente para compensar lo que falta. A lo cual hay que agregar que, desde 1990, la ciudad ha sido dirigida por alcaldes que no han estado a la altura de estas circunstancias, con el agravante de que el actual, Jorge Sharp, además, está dominado por la ideología socialista que lo lleva a oponerse a cualquier iniciativa privada.

Viña del Mar, en cambio, fue dotada desde el comienzo con un aliado muy poderoso: el Casino Municipal, sin el cual no puede entenderse su crecimiento y desarrollo turístico. De hecho, el casino provee actualmente a la municipalidad de más de un tercio de sus ingresos. Sin embargo, estos ingresos, que deberían ser invertidos en obras de progreso para la ciudad, lo son de manera cada vez más marginal, porque, en lo grueso, son destinados prioritariamente a financiar gasto corriente como el pago de honorarios para formar una planta funcionaria paralela a la oficial, o pago de horas extraordinarias. El municipio se ha hecho así dependiente del aporte del casino, de tal modo que si este se suspende -como estuvo a punto de suceder hace algunos años-, la ciudad colapsa. Este ingreso obra entonces como una droga hasta el punto de que Viña del Mar, más que ciudad bella o ciudad jardín, se ha convertido en una ciudad «casinoadicta».

Aun así, la desmesurada propensión al gasto que ha caracterizado la gestión municipal ha sobrepasado todo límite, hasta el punto de que en 2017 se produjo un déficit de 17.000 millones de pesos, lo cual constituye un verdadero escándalo cuando se piensa en lo que el casino transfiere gratuitamente a la municipalidad. Por cierto, para cubrir este déficit, la ciudad ha debido resignarse a un progresivo deterioro.

Ello exige, sin duda, una racionalización de la gestión municipal y un ajuste severo de sus gastos, algo que parece imposible cuando ha sido la actual administración la misma que ha provocado el problema. Pero, yendo más al fondo, la solución para ambas comunas pasa, en primer lugar, por la elaboración de una estrategia conjunta y porque las actividades relacionadas con el comercio exterior vuelvan a tener su base en Valparaíso. En esto no puede haber duda: la descentralización del país o es del sector privado, o no es descentralización.

Gonzalo Ibáñez S. M.

Fuente:http://www.elmercurio.com/blogs/2018/12/02/65275/Valparaiso-Vina-del-Mar-Enfermos-cronicos.aspx

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